Café Budapest es un viaje en el tiempo. Desde la vereda hasta cada unos de sus recovecos. Cada uno con un recuerdo, una historia o una anécdota.
Gabriela es de la Ciudad de México, pero sus raíces son fuertemente húngaras.
Sus papás escaparon de la Segunda Guerra Mundial y una vez que se instalaron en México, decidieron dejar atrás sus tradiciones.
Pero Gabriela sentía que ella tenía que aprender y entender de dónde venía. Así que empezó a investigar y a preguntar todo a amigos de sus papás que vivían en Hungría, para poder continuar la tradición con sus hijos.
“Mis papás llegaron a México durante la Segunda Guerra Mundial. Ellos vinieron directamente de Hungría”, comenzó contándonos Gabriela.
“En casa siempre estuvo presente la repostería. Y luego de que ellos fallecieron, quedó la nostalgia que se veía reflejada en reuniones alrededor de postres típicos, recuerdos y tradiciones. Afortunadamente me quedé con recetas. Entonces seguí la tradición con mis hijos. Les enseñaba a cocinar diferentes postres, les enseñaba palabras en húngaro, para que todo eso no se pierda”.
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La fachada de Café Budapest. Foto: Revista Milénica[/caption]
La idea de abrir una cafetería
En un momento, mi hija abre una tienda, y como quedaba un espacio libre en el edificio, me dijo “por qué no abrimos una cafetería donde estén los postres de la abuela”.
Yo en mi vida había tenido una cafetería, ni siquiera sabía de qué se trataba.
Pero me tardé un buen tiempo, porque pensaba que mis postres eran muy caseros y que no podía venderlos al público.
Hasta que un día mi hija insistió, y empezamos a armar la idea. Conocí a un diseñador de escenas de películas que era amigo de ella, y le conté cuál era mi idea. Él quedó fascinado y empezó a investigar.
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La vajilla original de Hungría, traída desde allá. Foto: Revista Milénica[/caption]
Lo plasmó en tres semanas. Fue algo increíble porque él nunca había estado en Hungría, pero quedó tal cual una cafetería de Budapest de los años treinta, según lo que mis papás me habían contado.
Budapest era considerada como el París del este. Todo lo que sucedía en París, también pasaba en Budapest: la moda, la repostería. Hasta cuando hicieron la Torre Eiffel, el mismo arquitecto hizo una estación de metro en Budapest.
Cuando viene gente de Hungría o con raíces húngaras, me dicen “es lo mismo que hacía mi abuela” o “me recordó al pastel que hacía mi mamá”. Y esas cosas me ponen muy feliz.

Vivir en Budapest
Yo viví en Budapest durante varios años.
Cuando mueren mis papás, sentí que se me rompió esa burbuja. Y un tiempo después, una amiga de ellos, me propone viajar a Hungría. Yo hasta ese momento no conocía Budapest.
Como mis papás habían huido de la guerra, quedaron muy resentidos con el país y no querían saber nada. Por eso todo lo que aprendí, fue porque investigué y me metí en diferentes lugares para saber más de mis raíces.
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La histórica cafetera de Budapest.[/caption]
En un momento, nos fuimos de vacaciones con mis hijos a Budapest. Y como yo estaba tan a gusto, les propuse quedarnos un tiempo a vivir allí.
Dos de ellos estaban en la secundaria, así que yo feliz les busqué una escuela para que pudieran seguir los estudios.
Y esas vacaciones, se prolongaron a cinco años. Fue tal el agrado de mis hijos, que uno de ellos decidió seguir la universidad y toda su vida allí, hasta el día de hoy.
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Recuerdos de familiares húngaros. Foto: Revista Milénica[/caption]
Los más pedidos
En cuanto a postres, el que más piden es el strudel. Hay de diferentes sabores.
Intento tener de las frutas que haya de temporada. En verano de chabacano, pera o ciruela. En invierno de manzana. También se preparan de amapolas y salados.
En café, lo que más buscan es el vienés. En Hungría es muy tradicional. Incluso si pides vienés y no avisas que lo quieres sin crema, ellos igual te la colocan. Es muy común allá.
Otro de los cafés solicitados, es el café turco. Un café que no es ácido ni amargo. Es suave y fuerte a la vez. Muy rico.
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Exquisito café vienés. Foto: Revista MIlénica[/caption]
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El traidicional café turco de Budapest.[/caption]
Notros probamos los merengues, la karica irler (rueda de chocolate) y el zserbo. Una opción más rica que la otra.
También hay una gran variedad de pasteles, galletas, merengues, ruedas de chocolate, alfajores y mermeladas caseras que Gabriela prepara con mucho amor y al mejor estilo húngaro.
Una cafetería llena de historias que recuerdan a la inolvidable Budapest de 1930.
Si quieres vivir una experiencia diferente y probar las exquisiteces tradicionales de Hungría, puedes visitarla en Tamaulipas 130 (Colonia Condesa, Ciudad de México)

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